El gordo escocido

Hace ya años que estuve en Ceuta y a pesar de que me pareció un lugar encantador donde disfruté de unos estupendos días de vacaciones, me dio la sensación de volver a mis años de Trípoli en los tiempos de Gadaffi, aquellos en los que vivíamos en un lugar que se mantenía solo o lo intentaba al menos, con lo que sus gentes buenamente pudieran aportar con sus negocios o su trabajo, sin que al gobierno nacional le importasen un bledo sus destinos ni los de su tierra. Andando por sus playas y sus calles me preguntaba por qué no había un gran hotel en lugar de un parador decadente y mal mantenido o un balneario al estilo tojeño o un casino al santanderino modo.

¿Por qué es Ceuta un lugar olvidado por España pero cuando a alguien se le ocurre dudar de su legitimidad como territorio patrio, se pone el grito en el cielo y se recuerda opinadamente que Ceuta, como Melilla, es España antes siquiera de haber existido el reino de Marruecos, ese al que guía el reyestrajo abotargado a quien no le duelen prendas para mandar nadando a unos cuantos miles de menores, cuando se rebota cual cuñado petardo en Nochebuena? 

Ceuta está que rebosa y ha sido en unas horas. Ha sido agraciada con un 8% extra del total de su población. Los padres no han mandado a sus hijos al colegio. La gente no se atreve a salir a la calle y se asoma a los balcones para ver qué pasa y ser testigos de una invasión en toda regla. De una nueva Marcha Verde azuzada por el pérfido alauita al que nadie le pediría explicaciones por males causados al vecino cuando sus propios le importan aún menos que el más pequeño de los cominos con los que sazonan sus cuscuses. Este que cada vez que se rebota nos envía un destacamento de pobres gentes sin nada que perder, a los que maneja al uso medieval, como cuando el señor llamaba a la guerra y ni se planteaba un no por respuesta. El que tendría que protegerlos, velar por ellos y amarlos como buen soberano, los lanza al agua como si pretendiera repoblar el Estrecho con alevines marroquíes.

Aproveche Su Majestad, (de usted), que la Nuestra, la que tantas veces contuvo su indigna soberbia y sus arrebatos de niño mimado imitador de su talparacual padre, (Allah lo tenga entre huríes y no lo suelte), está defenestrado en el exilio y olvidado, aunque solo por algunos. Seguro que Sol de Occidente hoy lo ha echado un poquito de menos. O no. Ya se sabe que a nuestro Amado Líder le suele resbalar hasta la lija y los problemas se le van deshaciendo en virtud del 9,8 de la ley de la gravedad. 

¿Recuerdan que en Ceuta solo hay un hospital? ¿Y que se habían mantenido en una de las más envidiables cifras de incidencia de COVID? ¿Qué va a pasar ahora tras el paso de las hordas sin mascarilla que campan a sus anchas? Pues ya veremos. En cualquier caso, seguro que hay alguien a quien echarle la culpa del desastre. Se me ocurre el presidente de la Ciudad, los irresponsables ciudadanos o hasta la policía marroquí que andaba tocándose lo no metálico cuando sus compatriotas andaban pegando brazadas.

O a Millán Astray. Que la Legión está en cabecera de pista para acercarse a arreglar el entuerto. A ver cuánto tarda el de la coleta cortada en hablar de violentos ataques a los pobres emigrantes por, total, haberse pasado por su empapado forro los límites fronterizos de un estado soberano.