¡Al ataqueeerr!

El señor anaranjado de mapache rubio en lo alto la ha liado bien parda otra vez. Si alguien pensó que  ya nos habíamos reído, (por no llorar), bastante con sus recomendaciones de administrarse ciertas dosis de lejía para combatir el COVID-19, o con los públicos elogios a las rotundas posaderas de su hija Ivanka, despliega ahora salvajes hordas de hillbillies que no han hecho más que dejar al país que siempre se ha erigido en modelo democrático universal, en los niveles de la más vergonzante de las repúblicas bananeras de sus proximidades.

Lo que no sabíamos los ciudadanos de a pie es que fuera tan sencillo irrumpir hasta la cocina del Capitolio. Todos hemos visto entrar por las abiertas puertas principales a un montón de energúmenos enfervorecidos, dando mamporros a lo que tuviera pinta de poder romperse y haciéndose selfies pensando probablemente en mostrar orgullosamente a sus descendientes su justiciera rebeldía y lo que lucharon por la libertad perdida en aquel año de Nuestro Señor de 2021. Pues como decía o mejor, vociferaba uno de los patanes asaltantes, no estaban haciendo nada malo puesto que aquella era su casa y ya se sabe que uno, en su casa, entra cómo, cuándo y por dónde le da la gana y si le place puede romper muebles, puertas, cristales, cerraduras y demás objetos a su albedrío. Incluso sentarse y poner las patas en la mesa que más sea de su apetecer.

Nos indican no obstante desde la vicepresidencia moñuda del gobierno, que no podemos comparar este asalto de gañanes al Capitolio azuzados por el anaranjado que se resiste a reconocer su derrota electoral, con, por poner por caso, la protesta convocada por el movimiento 15-M que pretendió impedir que unos cuantos diputados catalanes accedieran al Parlament. Sus barricadas, lanzamiento de objetos, escupitajos, empujones, insultos y golpes no fueron más que producto de la legítima libertad de expresión. 

Tampoco advierten similitud alguna con el movimiento "Rodea el Congreso" de cuando a unos cuantos progres de medio pelo se les ocurrió que la investidura de Rajoy era ilegítima, que había llegado al poder ilícitamente y que "ante el golpe de la mafia, democracia", su democracia, me permito añadir yo, tan democrática como la de Franco, que también lo era. Orgánica, pero democracia a fin de cuentas. El del moño calificó el movimiento como "saludable" y la de la moña como "ejercicio democrático", pero como todos ustedes coincidirán, nada que ver con lo de los trumpistas en el Capitolio, que ha sido un claro golpe fascista contra la democracia, en palabras del marqués Chepudo de Galapagar, "modus operandi de la ultraderecha".

Y se ha quedao más a gusto que una paloma en un cable.


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