De los daños colaterales

Mis queridos compatriotas:

(Permítaseme utilizar este saludo encabezatorio que tantos éxitos cosechó en la sobremesa de ayer).

Dicen y con razón, que despúes de las vacaciones estivales es cuando se produce el mayor número de divorcios. Huelga decir que las parejas llevan regular el asunto de la convivencia pero me asalta una duda en estos complicados días que nos está tocando vivir: ¿cómo vamos a salir de esta crisis los  miles de emparejados españoles? Pregunto angustiada como preguntaba el gran Forges.

Si no trabajas en un banco, farmacia, supermercado, quiosco o estanco, cada cual tiene que atender a sus obligaciones laborales teletransportadamente, así que por lo menos necesitamos aquí un par de habitaciones más o menos habilitadas como despachos para, entre otras cosas, reunirnos con nuestros colegas de manera virtual.

- Pues no entiendo por qué tengo que ponerme yo en la cocina y tú en el salón. Aquí no hay quien trabaje.

A esto sumemos que un más o menos remoto día, decidimos que era bueno aquello de crecer y multiplicarse. 

Esas "decisiones" las solemos tener de varios tamaños y se les debe hacer entender que no están de vacaciones y que tienen que ir al cole pero sin ir, o sea, que tienen clases virtuales. Puede que esto en realidad no sea tal problema porque en la mayoría de los casos, lo entenderán mejor que los mayores. 

                 - Cari, te toca explicarle a ti lo del sintagma nominal al niño, que mi jefe me ha convocado a otra reunión en diez minutos
               - ¡Joe! Que yo acabo de ayudar al mayor con las ecuaciones y también trabajo, por si no lo recuerdas. 

También hay que procurarles entretenimiento indoor, sobre todo el fin de semana, porque las películas, series, playstations y demás, tienen un límite. 

                  - Cari, juega tú ahora al monopoli con ellos que yo llevo dos horas dándole al cinquillo y me tengo que cortar las uñas de los pies.
                  - ¡Es que solo piensas en ti! Yo he hecho la comida y acabo de recoger la merienda. Un día que haces algo y ya parece que es que yo me estoy tocando las narices permanentemente.

En estas casas nuestras de hoy en día, de tamaños inverosímiles, sin salir a dar una vuelta en muchos días y donde uno de los más inquietantes retos puede ser intentar convencer a tus hijos de que "Verano Azul" es la mejor serie de la historia, el ensamblaje de tantos seres humanos, (no abordamos el asunto mascotas para no convertir un articulillo en tragicomedia), se me hace francamente cuesta arriba. 

Si a esto le añadimos las cosas habituales del tipo, no te quedes con el mando de la tele en propiedad, siempre dices lo contrario de lo que yo pienso, es que tu madre* tiene el don de la oportunidad, te toca a ti sacar la basura, estoy hasta las narices de quitar pelos del lavabo, no dejes el gel sin tapar, no sé por qué no puedes darle la vuelta a los calcetines antes de echarlos a lavar, las plantas no se riegan solas, etc., etc., etc., aun no queriendo pecar de pesimista, algo me hace pensar que bien, lo que se dice bien, esto no pinta.

                    - ¿Y si aprovechamos ahora que estamos los dos para limpiar los armarios de la cocina?


 *utilícese también cualquier otro parentesco de interés

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