El contingente necesario

Dicen que José Luis Cuerda y los suyos o más bien, los suyos y José Luis Cuerda, se vinieron a Madrid cuando el patriarca de la familia ganó un piso en una partida de póker. Eso sí que es apostarlo todo. 

Dicen también que Woodie Allen quedó fascinado con su maravillosa "La lengua de las mariposas" y que quiso conocerlo, pero que como el uno no hablaba español y el otro tampoco inglés, pues no se llegó a producir el hecho, aunque esto no me creo que pase de ser un bulo o estupidez. Sr. Allen, usted se lo perdió, porque un señor que es capaz de hacer maravillas como "La lengua de las mariposas", "La marrana" o por supuesto "Amanece que no es poco", entre muchas otras, bien vale un traductor.
"Amanece que no es poco" parece que es desde ayer la única película de Cuerda. Cierto que es único este peliculón, sin posibilidad de comparación más que, quizás y con cuidadín, con algunos pasajes de la larga y prolífica vida de los Monty Python, que nos ha dejado perlas irrepetibles. 

Si hubiera llegado a mi ventana un caballero, -o incluso a pie-, y me suelta: "¡Buenas noches! Que quería yo hablarle de Dostoievski, ¿Le habría yo contestado, -¡Ah! Pues muy bien, encantada. Ahora mismo bajo." Pues no sabría yo decirles, que no está el mundo para ir por ahí hablando de Dostoievski con el primero que se cruza. ¿Y si tienes cuerpo de Góngora

Y sin embargo, con Cuerda sonaba todo natural como hablar con una vecina de las ingles de su hijo negro/minoría étnica, o que alguien decidiera que se iba a sacar la chorra o el médico alabara extasiado el buen morir del padre de otro a la vez que expresaba su disfrute como nunca.

Pero hoy me veo en la obligación de recordar "La lengua de las mariposas", la que tantas veces me ha servido para ilustrar mis clases de español y en las que don Gregorio, interpretado con su habitual maestría por Fernando Fernán Gómez, ha dejado miradas emocionadas e incluso alguna lágrima rodante en mis alumos, porque en "La lengua de las mariposas" todo se entiende y se siente, seas del país que seas. Don Gregorio, de la mano de don José Luis, me ha dado todos los mimbres para mostrar a mis estudiantes que en España tenemos más cosas además de la tortilla, las tapas, la juerga flamenca el sol y demás, tan manidos y chabacanos tópicos. No pienso renunciar a usar la primera lección de Historia Natural en el campo ni el discurso de libertad del viejo maestro, ni tampoco la última y tristísima escena de la película, como jamás renunciaré a darles a leer a García Márquez, Pérez Galdós, Unamuno, Juan Ramón Jiménez y una inacabable lista de genios para que nos conozcan de verdad y disfruten aprendiendo nuestra lengua.









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