Los hombres no deben ayudar en casa

Esta mañana, leyendo las últimas publicaciones de mis amigos en Facebook, me he encontrado con una solicitud de boicot a los intereses de la señora Mónica Oriol en la forma de no vuelvas a comprar Marqués de Riscal. La verdad es que no me acordaba de qué era lo que había podido hacer esta mujer para ganarse tales odios, pero en cuanto he metido su nombre en Google, me han saltado inmediatamente sus desafortunados comentarios de dos ocasiones, una con referencia a una propuesta de contrato de esclavitud que se le ocurrió lanzar y la otra justificando que los empresarios, entre los que se incluyó ella, prefirieran no contratar a mujeres entre 25 y 45 años, para que las empresas no se vieran abocadas a sufrir las consecuencias de ser madre en cuanto a regulación laboral se refiere. 

Me voy a permitir hacer de abogado del diablo por unos minutos. Pero solo ligeramente...

Una empresa es un invento para ganar dinero. Para ello, una de las muchas cosas que se debe hacer es optimizar los recursos y la mano de obra, perdón, capital humano o cómo sea que se llame ahora para que suene políticamente correcto y no discriminatorio u ofensivo, es un recurso más.

Nos guste o no, y créanme, tengo dos hijos y he estado ahí, las mujeres tenemos que elegir entre desarrollar una carrera profesional hasta puestos de responsabilidad o encargarnos de nuestros hijos y eso es así, le pese a quien le pese. Las dos cosas se pueden hacer también, pero entonces, en el mejor de los casos, solo haremos una mal. Lo normal será hacer mal las dos y encima estar todo el día con un humor que ni el más fiero perro de presa. ¿Merece la pena vivir así? Ahí ya eligen ustedes, porque la opción de dejar unos años la carrera para traer a tus hijos al mundo y después volver a trabajar como si el tiempo se hubiera congelado, queda descartada. Cuando quisiera volver a reincorporase al mundo laboral habría otras personas diez años más jóvenes con conocimientos más frescos y actuales y la misma experiencia que cuando usted se fue a cambiar pañales.

Luego están las que tienen un buen marido que ayuda en casa. Emulando a la bellísima Sara Montiel: pero, ¿qué invento es esto? Cuando chico encuentra a chica y un buen día deciden que quieren juntarse y formar una familia, debería darse por descontado que los únicos esfuerzos adicionales que tiene que hacer la madre son los de estar embarazada durante nueve meses, parir y en su caso amamantar a los churumbeles, porque es algo que natural y físicamente solo podemos hacer nosotras y que sí, que es muy bonito, pero es un esfuerzo nada desdeñable y para algunas mucho más que para otras, según como se nos dé todo el proceso. Para el resto, los hombres no tienen que ayudar, tienen que hacer su parte, asumir su cincuenta por ciento de responsabilidad y trabajo. 

Conozco a más de uno que se queda en la oficina hasta mucho después de lo necesario para no tener que llegar a casa a la hora de los baños y las cenas. Mamá no hace eso. Si hay que llevar al niño al pediatra, casi siempre mamá pide permiso en el trabajo. Si el niño se pone malo, mamá se queda en casa. Si hay función en el cole, seguro que mamá está sin falta. Afortunadamente, esto va cambiando, lento pero seguro y cada vez se ven más padres encargándose de las obligaciones propias de un padre, pero a pesar de la buena disposición de muchos, seguimos siendo menos interesantes para los empresarios cuando pasamos la edad de merecer para alcanzar la de reproducir. Y esto es así. No me lo disfracen.

Díganme si no, de dónde han venido todas las lágrimas que hemos derramado viendo el anuncio de Ikea, (o debería decir de esa compañía sueca que vende muebles a medio hacer), en el que los protagonistas adultos tienen toda la pinta de ser profesionales con hondo pesar por no dedicarles el tiempo suficiente a sus criaturas. El día tiene veinticuatro horas y no se ha conseguido aún que yo sepa, un tratamiento para adquirir el don de la ubicuidad, por tanto y a pesar de los avances, sigo viendo complicado atender niños, casa y a veces marido jeta, a la vez que trabajar y formarte para conseguir que te hagan socio de la compañía.

Comentarios

  1. Hola Sofía,
    debo decir que tienes mucha razón en lo que dices aunque por suerte vamos progresando en este sentido. Hay de todo, que duda cabe, pero en las sociedades "más desarrolladas" (no es un término que me acabe de convencer) cada vez somos más los padres que queremos disfrutar de esa maravillosa etapa que es la infancia y que tan rápido se acaba. Otro tema es el de las empresas. Aquí sí que queda mucho camino por recorrer y esperemos que las políticas que se adopten vayan cada vez más encaminadas a conciliar el trabajo con la familia.
    Abrazos y felicidades por el blog
    Por cierto, soy padre de tres hermosas criaturas (bueno alguna ya no es tan "criatura") y tanto mi mujer como yo trabajamos colaborando al 50% en las faenas de casa. Sí, quizás sea un poco la excepción de la regla pero... no saben lo que se pierden esos padres adictos al trabajo.

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